lunes, 17 de junio de 2024

EL PEQUEÑO LUIS Y LA FLOR DE CEMPASUCHIL.

Por: Edgar Montañez Lagunas

En una tarde de noviembre, el pequeño Luis se encontraba corriendo alegremente por las empedradas calles de su pueblo, el pequeño estaba emocionado ya que esa noche parecía ser que iba a haber una fiesta. Al pasar corriendo junto a la iglesia, las señoras que estaban ayudando a decorarla le saludaron muy alegremente: 
- ¡Ahí va el pequeño Luis! - Decían algunas, mientras que otras le recalcaban que tuviese cuidado de no tropezar.
Cuando llegó a su casa, su abuela lo recibió muy cariñosamente, y éste, como no era para menos, aprovecho para saciar aquella duda que tenía:
-Abuelita ¿Qué se está festejando que todos están decorando tantos altares con tantos colores variados?
 Al oír esas palabras, muy maternalmente ella respondió:
-Mira mijito, estamos decorando porque hoy nos va a visitar tu abuelito. 
El muy confundido, le cuestionó esa afirmación: ¿Pero que no el papito se había ido con diosito hace años? Su abuela soltando una pequeña lagrima, aunque sin alterar su ánimo, le respondió: Así es mijito, pero hoy su espíritu nos va a acompañar a cenar. 
El pequeño aun confundido no tuvo tiempo de preguntar otra cosa porque su abuela le hizo un encargo: 
-Mira mijito, llévale estos ramos al padrecito Diego, que los va a ocupar, ahorita ha de estar en el panteón.
Sin titubear, el pequeño Luis fue corriendo con los ramos en sus brazos, estos eran de tonalidades naranjas y amarillas muy fuertes a la par que emanaban un peculiar olor que resultaba agradable. Al llegar al panteón, se puso a buscar al padre Diego, pero no se visualizaba por ningún lado, al seguir avanzando, miro como sentado en una lápida, había lo que pacería una persona, pero que no pudo distinguir por su atuendo: un amplio sombrero, un sarape, además de que alcanzo a apreciar la funda de un machete en su cintura, esto lo asusto un poco, pero al ver que el señor solo estaba sentado decidió ir hacia donde el, al acercarse se dio cuenta por su tararear que se trataba de un hombre mayor.
- Muy buenas noches señor, disculpe le moleste, pero ¿no ha visto al padrecito Diego por aquí? - A lo que el misterioso hombre casi enseguida respondió: 
-Acaba de salir a buscar algo joven, por lo mientras espéralo aquí.
 El niño se sentó en una piedra que había por ahí botada, y se dispuso a esperar, pero repentinamente el hombre comenzó a hablar: 
- ¿Para quién son esas flores muchachito? - El niño respondió que el padre las necesitaba para decorar. A lo que el hombre respondió: 
- ¿Y a quien esperas hoy muchacho? - El niño estaba confundido, ya le había dicho que estaba esperando al padre Diego, ¿será que tomo de más el señor?
El hombre al denotar la confusión del niño dijo: 
-Te notó confundido, así que asumo que no sabes que es este día, ¿verdad? - El niño en su visible confusión le respondió que no. - Pues mira, hoy celebramos a aquellos que quisimos mucho, pero que ya no podemos estar con ellos.
Sin previo aviso, el hombre tomo una de las flores y le dijo:
-Esta flor, aunque no lo creas, es mas que una simple decoración, simboliza la luz. - Dijo mientras se quitaba su sombrero. - Nuestros ancestros la relacionaban con el sol, pero la realidad, es que va mas allá, simboliza la luz de la esperanza, del amor que siente un ser humano, y que prevalece hacia sus seres queridos, aun después de muertos.
-Ahora que lo dice…supongo que entonces estoy esperando a mi abuelito- Dijo, poniéndose algo triste por no haber podido conocerlo en vida.
-No te me awites Luisito, te aseguro que el vendrá, y siempre que allá amor en tu corazón y paz en tu alma, tu abuelito estará más que contento contigo, ten en mente estas palabras, y no olvides los valores que te dio tu abuelita. -Dijo mientras le acariciaba la cabeza, para posterior mente señalar al frente suyo, haciendo que el pequeño Luis voltease. - No te entretengo más, que ahí viene el padre Diego.
-Disculpe pequeño, ¿usted no es el nieto de la señora de Paz? - A lo que el pequeño Luis contesto afirmativamente. - Excelente, acompáñame por favor, ocuparemos esas flores, y necesitare de tu ayuda para acabar de decorar el altar de afuera de la iglesia.
Cuando estaba por despedirse de aquel hombre, este ya no estaba, lo que, si noto, es la flor que había tomado, la cual estaba encima de aquella lápida en la que estaba sentado, al leerla, quedo atónito al contemplar su grabado: “Aquí yace Luis Paz, gran esposo, padre y abuelo”.
Pasada la tarde, y al caer la noche, el pequeño Luis no se quitaba de la mente lo que había pasado. Al mismo tiempo, le fueron regresando algunos recuerdos que no habría tenido en mente antes, como si se tratase de una noche de estrellas fugases, aparecía su abuelo, aquel que siempre le decía mientras se encontraba en sus brazos sobre las creencias y costumbres relacionadas al “Dia de los santos difuntos”, de colocar una ofrenda como muestra de afecto y cariño a sus seres queridos que ya habían partido. Tradición que ahora ha seguido su abuelita…Todo cobraba sentido en ese momento.
Camino a la ofrenda, aquella de colorido aroma de la flor de cempasúchil y el incienso de copal, frutas, comidas, panes, sal y agua bendita. Miro el retrato de su abuelo, y con cálido sentimiento de amor coloco aquella flor que encontró, junto a aquel, que, sin ser del todo consciente de ello, le habría dejado una lección tan importante para el resto de su vida.

(Cuento ganador del segundo lugar estatal en el ENAC 2022)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LO QUE OCULTAN LAS HOJAS CAP 8

CAPITULO 8 DESPIERTA, YA LLEGAMOS   Ya llevaba un buen rato caminando, estaba atento del rudimentario camino de tierra para no tropeza...